Desgraciadamente, la cultura no se vende demasiado bien. Leer e informarse debería ser una costumbre, pero como decimos la cultura está muy sometida a los vaivenes de la moda. Últimamente gracias al éxito de algunos best-sellers, la novela negra ha substituido, afortunadamente, a la pseudo novela histórica mística ocultista religiosa. Los pastiches que se adosaron al Código Da Vinci triunfaron e invadieron las librerías durante años.
Por suerte la siguiente moda tiene más enjundia.

La moda de la novela negra o policiaca tiene mayor interés, y ello se debe a dos factores. El primero es que este tipo de literatura ya existía antes de ponerse de moda, a diferencia de los libros de esoterismo templario, la mayoría escritos al calor del éxito. La novela negra es inherente a la literatura. Grandes clásicos como Raymond Chandler y su Marlowe ya pululaban entre las páginas en los años 30, por no hablar de los sempiternos Arthur Conan Doyle o Agatha Christie. Se conocía a Manuel Vázquez Montalbán y después al siciliano Camilieri al sueco Mankell.

Pero ha sido la invasión de los vikingos del norte la que ha dado fuerza a está literatura. El apoteósico éxito mundial de las tres novelas del malogrado Stieg Larsson, Millenium, ha lanzado a todo un grupo de autores que ya vendían mucho en Europa y América. La lista es larga y recupera al propio Mankell, a los fundadores: la pareja sueca Maj Sjöwall y Per Wahlöö. Junto a ellos toda una nueva hornada de autores que desde Suecia (Asa Larsson, Mari Jungstedt, Camilla Lackberg), Noruega (Gunnar Staalesen, Jo Nesbo), Finlandia (Matti Yrjana Joensuu) Dinamarca (Leif Davidsen, Peter Hoeg) o Islandia (Arnaldur Indridarson, Stefan Mani), por citar sólo algunos  ofrecen no sólo libros para regalar, sino que su lectura es muy recomendable ya que nos acercan a las sociedades escandinavas, mostrándonos su lado oculto y oscuro, pero también el claro, ese del Estado del bienestar que se nos está escapando de las manos.

El segundo factor es su calidad. Personajes humanos (los detectives Wallander, Verg Veum, Harry Hole, Harjunpaa, etc..) y largas series con las que sumergirnos en historias que nos ayuden a pasar el duro invierno, pero sobre todo que nos hagan pensar y reflexionar, algo que también deberíamos hacer.

Y como complemento, si se trata de jóvenes aún sin el gusanillo de la lectura, ¿por qué no regalarles una novela de estas series tan populares relacionadas con vampiros y hombres lobos como Crepúsculo y sus adláteres, o el ya tan leído Harry Potter, o incluso el mejor, el Señor de los Anillos de H.R.R Tolkien? ¿Por qué no?, recuerden que sobre gustos no hay nada escrito, en fin, hay mucho, pero casi nada merece la pena. recuerden que lo importante es que el interés por la lectura se desarrolle. Sería ridículo pretender que los jóvenes y los niños leyesen Platón y Maquiavelo, Proust y Saramago. Ya lo harán con el tiempo. Pero por algo tienen que empezar, ¿no les parece?

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